Esa luz solía encontrarme, bastaba tener buena memoria para llegar a cualquier espacio, en esos momentos la servilleta y birome del mozo eran mis cómplices más discretos.
Hoy que te busco y te busco, no te encuentro. Dejaré de pensar en ti, así vuelves a toparte conmigo, volverás a descubrirme.
De repente, la luz llega. me atraviesa, penetra, tranquiliza, apasiona, interpreta, me gusta y quiero seguir sintiendo ese cosquilleo.
Manos mariposas, pasan por mi cara, dibujan en el aire. De fondo sólo silencio. Mis oídos escuchan un sonido, no puedo identificarlo pero sí puedo escribirlo.
Un dulce olor a pitangas queda impregnado en mi cuerpo, me permite seguir bailando, imaginar que una gran historia ha sido escrita.
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