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domingo, 27 de marzo de 2011

La vida de un lateral

Por la posición que tengo desde el arranque, siempre salgo por las puntas. Uno siempre trata de pasar al ataque pero muchas veces no se puede, viste, en algunos casos se tiene que pensar más en cuidar lo suyo, aunque las ganas de comerte a los del otro equipo nunca faltan.

Siempre los técnicos me ponen por el costado, no sé por qué será. A mí me dicen que es porque tengo muy buen ida y vuelta, pero la verdad es que a veces me gusta tirarme al medio y atacar por otro lado.

Lo que más me molesta es que siempre me ponen abajo, no entiendo por qué no me meten arriba con el recorrido que tengo. Siempre lo mismo, los técnicos uno más defensivo que otro, a los que sabemos jugar nos mandan a defender y todos los muertos van arriba.

¡No te imaginás lo que son los de arriba! Juegan todos igual: son lentos, petisos y no tienen fuerza. Hacen dos pasos y no dan más ¡No sabés lo que les cuesta pasar la mitad de la cancha!

Al final, por suerte, los técnicos se avivan de lo malos que son los delanteros y nos mandan al ataque a los que arrancamos desde más atrás. No a todos, porque alguien tiene que defender, pero siempre son varios los que se mandan.

Abajo tenés de todo, hay cualquier tipo de jugadores. Están los que van por las bandas, como yo, que le damos para adelante cuando los muertos de arriba nos dan un espacio. La mayor virtud que tenemos es nuestro despliegue, lo que habla de la gran resistencia que nos caracteriza. Otra cualidad es que no tenemos problemas de perfil, es lo mismo jugar por derecha o por izquierda.

Después tenés a los que tienen la manera de moverse más rara, esos que nunca sabés para dónde van a ir, que encaran para todos lados, te vuelven loco, te juro, a veces parece como que le pasan por encima a nuestros delanteros.

Hay otros que, en mi opinión, son los más rápidos, que a pesar de que tienen una forma de moverse muy marcada en la cancha, y que los defensores rivales saben lo que van a hacer, sirven para poder despistar a los del otro equipo. Esto lo logran gracias a sus inesperadas diagonales que hacen que el partido cambie en un segundo.

Por último, hay otras dos clases de jugadores. Físicamente son parecidos, pero sus cualidades dentro de la cancha son muy diferentes. Uno de ellos es el crack del equipo, el cerebro. Cuando juega parece todo más fácil, hace todo tan simple que parece que no le cuesta moverse. Te juro, hay veces que ni siquiera transpira, parece una de esas minas que nunca hizo deporte en su vida. A este los técnicos le dan la libertad de jugar como se le dé la gana, él va para donde quiere y cuando quiere.

El último jugador del que voy a hablar es de nuestro capitán ¡Si pudieras ver lo simple que es cuando juega! Él hace todo a un movimiento, es que no necesita hacer nada más, él ya las vivió todas y sabe cómo jugar a esto. Su sabiduría es tan grande que hace que el juego se base prácticamente en él. Es como un técnico adentro de la cancha. Todos y cada uno de los jugadores del equipo estamos dispuestos a darlo todo por él, porque sino estuviera en el campo, el juego no tendría sentido.

Entre todos esos armamos el equipo, siempre arrancamos muchos pero al final del partido, generalmente, terminamos unos pocos.

¡No sabés lo que son esos partidos! Son durísimos, nos matamos entre todos cada vez que jugamos ¡Esos sí que son clásicos, eh! No se imaginan lo que meten esos negros con los que jugamos. Igualmente nosotros no nos quedamos atrás, eh, si hay que darles, les damos y si hay que jugar, jugamos.

Puede pasar que en un mismo día juguemos cinco veces y que después pase una semana y ni siquiera nos movamos. Por eso nos tomamos cada partido como si fuera el último.

Algo importante para que podamos jugar bien es el técnico que nos dirija y nos mande en la cancha. Si nos toca un gil que no sabe de estrategia estamos en el horno, lamentablemente es la verdad y no podemos hacer mucho. Los técnicos con menos experiencia, en general, son los que peor dirigen; en cambio los más viejos, esos que tienen más experiencias que el Bambino Veira, son los que mejor nos distribuyen en la cancha a medida que se va dando el partido.

Muchos dicen que este es un deporte muy cuadrado y que también es aburrido, pero no saben nada esos porque para jugarlo hay que tener muchas cualidades que la gran mayoría no tiene.

Lo peor de laburar de esto es el final del día. Muchos vuelven a sus posiciones para poder arrancar otro partido en algún momento, pero otros, inclusive nosotros, tenemos la mala suerte de que nos vuelven a meter en el vestuario y nos dejan ahí como si fuéramos nada. Pero bueno, no me puedo quejar, son esas cosas de la vida que uno no puede cambiar.

Al principio, no me gustaba el trabajo que me tocó pero después me di cuenta de que está bueno. La verdad es que ser parte de un ajedrez no es la muerte de nadie…


Por Emilio Marchesi

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