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domingo, 27 de marzo de 2011

La pobreza y los medios de comunicación

En los medios televisivos y radiales tratan demasiado poco el tema de la pobreza, particularmente en el primero, porque no les da raiting o el minuto a minuto, buscado casi siempre. Concordantemente con este panorama, ignoramos que en el litoral o en el norte de nuestro país hay un alto porcentaje de hogares de familias, cuyo aporte de dinero lo hacen los hijos menores. Estos realizan trabajos domésticos, o piden en las calles, y lo peor de todo es el cuadro atroz pero real del ejercicio de la prostitución, inducido por padres analfabetos, que se desentienden de las consecuencias terribles que esto acarrerá en sus hijos. Pérdida de la niñez, tiempos abolidos para crecer naturalmente en fases acordes con la edad, degradación de la personalidad, son apenas algunas de las gravísimas penurias que deberán sobrellevar a lo largo de la vida. Es de toda evidencia que los medios no se ocupan de este tema porque a la gente no le interesa. Los motivos son diversos: alguien llega a su casa después de un largo día de trabajo y lo único que desea es estar con su familia, a la que no vieron en todo el día y busca así despejar las tensiones, eligiendo programas banales: Ricardo Fort mostrando sus autos y su vida superficial; Gran Hermano o Soñando por Bailar, ciclos que mantienen puntos altos de raiting, que obviamente interesan a los sponsors que solventan los altos costos de esas mega producciones.

Entonces, uno se engancha para saber si Luciana Salazar es verdad que flirtea con Martin Redrado, cuya respuesta seguramente cambiará la marcha de nuestra existencia y el destino de la sociedad que padecemos.

Tal vez, como estudiante de producción, en algún momento me toque pasar por las mismas vicisitudes experienciales. Cuando empecé a escribir por pedido del profesor tenía una idea; después surgieron estas conclusiones inconclusas, que emergieron como pretendido análisis social crítico. Quizá no fuera mi intención, pero pienso que con el transcurso de las clases tendré oportunidad de mejorar y de aguzar mis neuronas para no caer en las inevitables redes de lo que estuve criticando. Marcelo Tinelli se apiade de mí.


Por Teresa Gil

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