¡Pero ojo! , si el domingo tenés un asado con amigos, ahí sí vale la pena. Te levantás a eso de las once o doce del mediodía con una energía positiva, te bañás, cambiás y partís hacia el lugar de encuentro (la casa del amigo que tiene de todo, parrilla, pileta… esas comodidades para poder pasar un día a todo ritmo). Llegas y ya está el dueño de la casa con alguno de tus amigos fanáticos del asado, controlando el fuego y prestando mucha atención a lo más importante, los choris, las mollejas, los chinchulines, los bifes, tira de asado y todos esos cortes de carne deliciosos que nos van a llenar la panza. Empiezan a “caer” los muchachos. Se va armando la mesa, anécdota va, anécdota viene y empiezan a salir los choris ¡Qué lindo!. Brindamos, aplaudimos al asador y comenzamos a comer. Después, terminamos todos hinchados sin querer movernos. Nos quedamos jugando unos partiditos de “truco” y ¿qué mejor que esto? Amigos, comida, diversión. ¡Aguante los domingos que uno comparte con la gente que más quiere: los amigos!
Gastón Slobinsky
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