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miércoles, 30 de junio de 2010

Entrevista a Mario Rajoy

“No había puerta… no había molinete… era la cana que pegaba con machetes”



Desde chico, este hincha de Boca adoptó a la cancha como un lugar de grandes acontecimientos. Un espacio para disfrutar junto a su viejo, que le enseñó desde saber dónde ubicarse en la tribuna hasta qué colores seguir. Vivió una infinita cantidad de partidos, goles, jugadores y derrotas. Pero lo que más lo dejó marcado con tan sólo 17 años fue el 23 de junio de 1968. Cuando en la cancha de River, en la puerta 12, ocurrió el mayor numero de muertes en el fútbol argentino. Allí fallecieron 72 personas aplastadas entre sí, producto de que las rejas de la salida no se habían retirado en su totalidad, y de los molinetes todavía puestos. Más allá de que salió en los diarios y en las radios, el caso quedó en la nada.



Luego de una espera de diez minutos, llega y pide perdón por su demora. Se saca su campera de jogginig gris y la pone en el respaldo de la silla. Toma asiento y de inmediato prende su cigarrillo. Saluda con voz ronca; notablemente no erala de un principiante del tabaco. Mientras el ardor de su adicción se acerca al filtro, achina sus ojos y se relaja para el ping pong de preguntas y respuestas.



-¿Cómo fue la salida ese día antes de lo ocurrido?



- Entramos por la puerta 12. Ese día fuimos con un pibe que nunca había ido a la cancha. Terminó el partido y siempre nos quedábamos 10…15 minutos para que se fuera la gente y así salir tranquilos. Cuando empezamos a retirarnos por esas bocas que terminan en un pasillo que da a la puerta 12, la gente se volvía. Venían gritando “están las puertas cerradas… están cerradas”, pero hasta ahí no nos dimos cuenta de nada. Entonces con mi viejo fuimos por otro lado, donde la salida daba a Tiro Federal… Detiene su relato, para servirse gaseosa, y sigue - Con él siempre hacíamos eso, era más tranquilo – aclara.



-Cuándo lograron salir del estadio; afuera ¿cómo estaba la gente?



-Cuando llegamos ahí empezamos a caminar por la vereda y veíamos coches, camionetas. Lo primero que me acuerdo es que venia un policía tocando pito y atrás de él, coches. Nosotros éramos chicos mucho no nos dábamos cuenta de lo que había pasado, mi viejo ya percibía que no era nada bueno. El policía nos indicaba y nos decía “caminen para allá”. Y escuchábamos sirenas, bocinas, gritos. De todo…-. Nuevamente corta su relato para tomar del vaso y suspira. Posiblemente eso lo ayudaría a recordar más.

-Nosotros nos fuimos como siempre a Palermo, para tomar el tren. Cuando llegamos a la estación, empezamos a escuchar los comentarios de la gente que venía de Retiro. Y algunos nos preguntaban si habíamos visto algo en la cancha, pero le dijimos que hasta la misma policía nos corrió -. Termina la frase con gestos de enojo y asombro, tratando de mostrarme el mismo asombro con el que él les contaba a esas personas del tren San Martín.



-¿Qué paso cuando llegaron a José C. Paz? La familia ya se habría enterado por los medios…



- Bueno… llegamos a la estación y estaba el carnicero, amigo de mi viejo. Cuando lo vio se abrazo a él y se puso a llorar. Nos dijo que mi vieja estaba descompuesta. Entonces tomamos el colectivo y nos vinimos. Bajamos en la esquina y vimos que estaba lleno de coches.

Mi vieja, la noche anterior, había soñado que nosotros estábamos en la cancha y corría sangre por las tribunas -confidencialmente me cuenta.

- Ella estaba escuchando el partido, domingo a la tarde. Terminó y se fue a buscar la ropa que estaba colgada afuera. Mi tía estaba con ella y escuchó lo que había pasado, entonces le apagó la radio. Cuando volvió de afuera y la prendió, escuchó todo y lo primero que se acordó fue del sueño -.



-Seguiste yendo a la cancha y seguro escuchaste comentarios de gente que estuvo involucrada.



- Sí, un muchacho en la tribuna me contó.- Con indignación en sus ojos, con sus manos sobre la mesa, abanicándolas como repartiendo cartas, trataba de hacerme entender.

- Estaban las puertas cerradas con los molinetes. Esas puertas como los ascensores viejos. Apenas estaban abiertas para peinar la salida y poder agarrar a los que la policía quería. Habrán quedado dos metros de espacio y con molinetes. La gente empezó a bajar y apretarse. Algunos podían salir pero se juntaron tantos que no daba abasto la salida. Era un embudo. Había como más de dos metros de alto de gente apilada.-



-En documental “puerta 12”, de Pablo Tesoriere, hace mención que la hinchada de Boca cantó en ese partido la marcha peronista e hizo disturbios. Entonces la policía recibió órdenes de agarrar a algunos.

-Según decían, la policía quería agarrar a algunos que hacían quilombo. Puede ser, en ese tiempo se cantaba mucho la marcha peronista…



-Y después de un tiempo, los medios, la gente, ¿seguían pensando en lo sucedido?

- En la radio salió enseguida. Pasaron los días y todo terminó en nada, como siempre. Los medios se dedicaban a recorrer donde estaban los heridos. Me acuerdo, que Armando, el presidente de Boca, a los que iban a visitar a los heridos, les dio apoyo. A un par de pibes les facilitó una prueba en el club.- lo dice con admiración, por ese gesto humano del ex presidente del club de la rivera.-

- En el próximo Boca – River, se jugó en la cancha de Boca. Eso me acuerdo patente. Toda la cancha. Los de Boca y los de River cantaron “no había puerta… no había molinete… era la cana que pegaba con machetes”; eso me quedó grabado. La culpa fue de la cana, no consiguió arresto y sí muertos.



-Al quedar como culpables la policía y hasta sectores del gobierno (presidente Onganía), fue un gran factor para que todo quedara en las nubes…



- Como siempre pasa en la Argentina. Como era lío para la cana, se diluyó todo, viste... se tapó todo. Tal vez si el responsable hubiera sido River, no pasaba tanto. Pero acá, la que se mandó la cagada fue la cana. En la salida estaba la infantería pegando con los palos.-



-¿Creés que cambió algo?



- No se modificó nada. Lo único que cambió fue la letra de la puerta, ahora es K. Que yo me acuerde, no cambió nada. Más si le pasa al de abajo. Es diferente cuando le toca al de arriba -. Al punto del enojo.



-Por temas de descuidos humanos, algunos hechos a propósito, se puede trasladar a lo que pasó con el caso Cromagnon.

-Y si… pasa y listo. Queda ahí. Lo de Cromagnon siguió porque se volvió mediático y daba prensa. Pensar que uno de los más responsables, Ibarra, está suelto. El tema seguridad acá es… no le damos bola a nada… pero tampoco hay control. Porque yo voy a la cancha y a mí me controlan, si llevo un encendedor me lo sacan. Y a la barra brava no le revisan nada. A ellos no los toca nadie -.



-Pero… ¿cambió algo, comparado con antes, mejor o peor?

- Ahora dejan entrar mucha menos gente que antes. Yo no le tengo miedo a la cancha porque sé cómo manejarme. Una, voy temprano, no me desespero por salir, me quedo piola y espero. Pero ahora, la educación se vino abajo como loco… La bebida y la falopa… Lo mismo que pasa en los boliches pasa en las canchas-.

Con una conclusión familiar, Mario Rajoy, cierra la entrevista. Apaga su cuarto cigarrillo en una hora, y deja en esas cenizas recuerdos quemados por el horror y la falta de conciencia de nosotros, los argentinos.



Entrevista: Rajoy, Jonatan.

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