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Por Lara Belén De Luca

Es muy difícil comenzar, a explicar sentimientos y situaciones tan adversas. Las cosas estaban claras, pero la relación era confusa. Los sentimientos siempre son confusos. Y lo que queremos nunca está del todo claro.

La mayoría de la gente, le teme a la soledad y al dolor, pero mucho de ellos se aferran a vidas miserables que solo contraen soledades que nos recuerdan una vida pasada, nos dejan solo recuerdos de algo que no hicimos o hicimos a escondida porque un acto tal que nos dé tanto placer merece ser condenado, por no ser correcto.

La gente le teme a los cambios y la felicidad, preferimos estar martirizados bajo normas o morales inventadas, por gente o instituciones que encuentran un lucro en la prohibición, que vencer lo correcto y luchar por la felicidad por el deseo.

Donde lo anti-natural sea el no tener amor para dar, o el recibirlo, y tener el alma seca. Y cuando hablo de alma no hablo de esa entidad abstracta que nos enseñaron como mágica, sino más bien de algo que es tan nuestro como nuestra piel.

Sería así como una segunda sangre que nos rellena las venas, que está en todo nuestro ser, no en una parte específica.

De eso estoy intentando hablar de la necesidad (la cual creo totalmente necesaria) de traducir todas las palabras del alma a palabras humanas, entendibles y concretas que lleguen de alguna forma a componer una idea donde llegue a la otra persona, que porta otra alma.

Decir debería ser más fácil de lo que nosotros creemos, y no hablo de una especie de verborragia moral o ética que de tan impúdica manera sale de nuestras bocas juzgando o catalogando lo correcto e incorrecto.

Es ahí en ese acto total de impunidad oral donde se escupen las miserias y comienza a desmembrarse una cadena de inconformidad e infelicidad.

Es entonces donde las cosas maravillosas comienzan hacer políticamente incorrectas, donde comenzamos a enfrentar censuras sociales altamente impuestas y empezamos aceptarlas, como si hiciéramos un pacto con el diablo, pero esta vez el diablo esta vestido o encubierto, en una iglesia, o en instituciones moralistas y porque no el capitalismo(enfermedad que transforma al corazón en un dólar).

Nuestro entorno tiene influencia sobre nosotros, pero somos los únicos responsables del camino que elijamos para nuestras vidas.

Hay que elegir, eso es algo constante. Hasta en lo más pequeño de la vida uno encuentra situaciones donde uno debe optar por algún camino, más o menos importante.

Es ahí donde crecemos, donde nos damos la oportunidad de ser algo más.

O bien de seguir siendo chiquitos y vacíos.

Conformándonos con lo seguro y banal, sin tener pasiones, y cuando hablo de pasiones hablo de esas dan vida, que llenan y reformulan una vida y un pensamiento.

Sean buenas o malas las dediciones que tomemos, siempre, pero siempre somos más si decimos el cambio.