RevisTEA on line

Creatividad vertida en historias, cuentos, reseñas, poesía y demás formatos.
El universo literario de los alumnos de RadioTEA.
Donde escribimos todos, para todos.

domingo, 4 de julio de 2010

Por qué me gusta tanto el tenis?

Uno podría hablar tantas cosas de este deporte…

Podría decir que lo amo, que me encanta mirarlo y jugarlo. Pero eso es caer en un lugar común y corriente. Prefiero preguntarme por qué el tenis me genera esas sensaciones, o qué es específicamente lo que me lleva a la obnubilación, a quedar cautivado. La verdad es que no tengo una respuesta concreta, ni siquiera puedo apelar a algo para persuadir a aquel que me pregunte por qué me gusta el tenis. Lo que sí tengo en claro es que admiro la habilidad que muestran los que lo juegan, y por cierto que me agradaría tener un 5 % de ella. Pero no tengo una razón lógica. Qué se yo, quizás son pequeños detalles: observar cómo un jugador pega un drive a la perfección como es el caso de Federer, o la potencia de tenistas como Del Potro, Soderling o González; la extraordinaria técnica de Gaudio, Coria o Nalbandian; también puedo quedar anonadado ante un saque como el de Roddick, mucho más si ese golpe es ejecutado a 240 km/h. Lo cierto es que no hay un porqué. Simplemente me maravilla y lo disfruto como corresponde hacer con una actividad que nos da placer y alegría.

A veces quiero contagiar mi fanatismo, pero no sé cómo hacerlo, seguramente porque es algo que a mí me encanta y a los demás no tanto. La gente se aburre y pretende otras cosas; a algunos no les disgusta, pero eligen priorizar, y el tenis no está entre sus preferencias. Esto es algo que sucede aunque en los últimos años, en Argentina, el desarrollo del deporte blanco se acentuó a partir de los buenos resultados obtenidos en esta década por los compatriotas que compiten en el circuito masculino de la ATP (Asociación de Tenistas Profesionales). Por nombrar sólo a algunos, cito a Gaudio, Nalbandian, Del Potro y Coria. Gastón, David y Guillermo formaron parte de la que muy probablemente sea la mejor camada de la historia.

La gente se volcó mucho más a entrenar, a aprender, a perfeccionarse y a competir, por más que por una cuestión lógica, no se va a alcanzar el nivel que muestran los profesionales, ¿no? Pero aún con este dato, a uno le cuesta cruzarse con gente que de verdad ame el tenis, al margen de lo que se puede encontrar en Internet. Creo que se puede palpitar parcialmente cuando se llega a una final de Copa Davis, como fue hace casi 2 años con el enfrentamiento entre Argentina y España. en Mar del Plata.

No ignoro por supuesto que antes que nada somos un país pura y exclusivamente futbolero, lo cual está muy bien porque a mí me gusta también, aunque esté salpicado por cuestiones oscuras que literalmente dan asco, como las dirigencias corruptas, el negocio de los barrabravas, etc. Pero no nos desviemos, esto es harina de otro costal y no nos compete en este escrito.

Volviendo al tenis, me viene a la mente el partido más largo de la historia, que se dio entre el norteamericano John Isner y el francés Nicolas Mahut, en Wimbledon, y fue hace una semana nomás. Tuvo una duración exacta de 11 horas y 5 minutos; casi duplicó el récord anterior que quedó bien atrás, de 6 horas con 33 minutos. Para los que desconocen y no entienden de estadísticas tenísticas, les digo que este match fue una locura. El quinto set, sólo ese set, duró más de 7 horas, con resultado final de 70-68 para el ganador. Estos datos no son lo que más importa. Lo asombroso del caso fue ver la tremenda entrega de los 2 jugadores en la cancha y su lucha por no ceder y no querer perder. Demostrar ese profesionalismo no es común, porque cualquiera de los dos podría haber alegado cansancio físico, que lo hubo, pero no fue impedimento para ellos, que transpiraron sudor y lágrimas hasta la última gota.

Sigue resonando con fuerza la pregunta en mi cabeza, ¿por qué me gusta tanto el tenis?

Autor: Julián Tello

No hay comentarios:

Publicar un comentario